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sábado, 26 de marzo de 2011


LA  CATEQUESIS PARROQUIAL COMO LUGAR DE MISIÓN Y DE DISCIPULADO.

 1-La parroquia como lugar de misión:

Ante los muchos interrogantes que se hace al esfuerzo pastoral de las parroquias, que a veces no produce frutos en la vida de los bautizados, es decir, no hay conversión, ni una opción por la persona, por el mensaje de Jesús.
“Vayan y anuncien el Evangelio a toda la nación….,(Mt 28, 16), ante este mandato los
bautizados no hacen caso y los más grave es todavía que no conocen su rol de cristiano
en la sociedad.
Ante esta realidad, cabe preguntar entonces: ¿Cómo lograr que nuestras parroquias sean
verdaderas comunidades eclesiales en donde todos seamos cada día mejores hermanos en la fe?; ¿Cómo organizamos para que nuestras parroquias sean efectivamente parroquias misioneras dentro de la comunidad y hacia el mundo entero?” . ¿Qué pude hacer la catequesis para despertar la conciencia misionera en los niños, en los jóvenes y en los adultos [1]?.
Para acercarnos más a una respuesta, en primer lugar, es necesario que las parroquias y sus acciones pastorales vuelvan a su origen cuya base está en el primer anuncio y por tanto esto implica de alguna manera del cambio de mentalidad del mismo párroco y de la estructura parroquial que posee.


De un estado de cristiandad, fomentar la conciencia misionera de los fieles y estar en misión permanente a los alejados e irse a las ovejas perdidas.
De una dimensión estática y de conservación, abrirse al mundo, a la cultura y llevar el mensaje del Evangelio a todos los estrados sociales.
De una catequesis meramente doctrinal – conceptual y de una mentalidad sacramentalista , llevar a la experiencia de fe, de testimonio vivo del encuentro con el  2Señor, en anuncio gozoso del Evangelio para que sea testimonio de conversión y de ser discípulo de Jesús.
“En el camino de la renovación de las comunidades siempre ha sido determinante la misión. En efecto, la misión renueva la iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones, la fe se fortalece dándola”.[2]

2-La parroquia como comunidad eclesial evangelizadora:

Es sin duda la parroquia como comunidad eclesial por excelencia, el lugar de la evangelización por la cual, su tarea específica constituye la transmisión y vivencia del Evangelio inaugurado por Jesús.
La mayoría de las parroquias nuestras no integra este plan primero o no conjuga con los elementos tradicionales de la pastoral; es decir, esperar todavía a la gente con comodidad en el despacho y sin irse como auténtico discípulos en busca de las ovejas que se alejan cada día.
Por tanto la catequesis parroquial no es solamente adoctrinar, sino un lugar privilegiado para el aprendizaje de la fe.”Sin comunidad eclesial no es posible concebir una verdadera comunidad cristiana”,[3] si la parroquia no crea una mentalidad de corresponsabilidad y de la promoción a los laicos y de hacer conocer su misión en la difusión del evangelio y su implicancia no tendremos una comunidad eclesial donde todo se comprometa a esta tarea.
En esta sociedad cada vez más cambiante es urgente la convicción de fe de sus protagonistas que nos identifica a vivir un nuevo estilo de comunidad, de fraternidad, de justicia, de paz  una parroquia que se identifica con su acción pastoral y  generadora de hombres y mujeres nuevos que escucharon la voz del Señor y se hicieron discípulos y con alegría llevan el evangelio en la construcción del mundo.
“Nuestra pertenencia a la Iglesia la hemos de vivir no en abstracto sino en un ámbito concreto y de dimensiones humanas, este espacio constituye la Parroquia.
Sin querer mitificar la institución parroquial, ni canonizarla; creo que la parroquia continúa siendo el mejor marco existencial donde desarrollar la vida cristiana”[4]
La parroquia no es solo cuestión de habitar una determinada geografía o que los bautizados se inscriban en un determinado libro de bautismo. Es sobretodo, participación activa y responsable de la marcha de la misma. Entonces, ¿qué hacer para que la misma, sean cada día comunidades más vivas, más capaces de difundir e irradiar la fuerza salvadora del Evangelio?.
En general como ya decía nuestras parroquias están concebidas y funcionan más para ofrecer servicios de cultos a una sociedad presuntamente cristiana que para dar un empuje a una acción misionera eficaz en una sociedad cada día más descristianizadas.
Aquí en este campo entra la catequesis para despertar la fe y hacer vivir con su experiencia y hacer descubrir al sujeto bautizado a una revisión profunda de su fe y de su compromiso al seguimiento a Cristo y de su condición de discípulo y misionero.
“Porque la parroquia viva es fruto de la participación responsable de cristianos que se esfuerzan por hacer efectiva la acción del Espíritu Santo que trabaja en serio y unidos para que las cosas funcionen cada vez más como Dios quiere, no contentándose con decir con frecuencia :Venga tu Reino”.[5]
Es necesario que el párroco con sus agentes de pastorales laicos puedas entablar una seria planificación de los proyectos pastorales con un espíritu abierto y dialogal, también es necesario rezar juntos, pensar, analizar, decidir y evaluar como ser mejores canales de evangelización y hacer presentar a la personas el mensaje, los hechos de Jesús.
En el Concilio Vaticano II se concibe la parroquia en el contexto de la Iglesia sacramento, comunión y misión. En este contexto se comprende que la Parroquia es:
-“Signo visible de la Iglesia Universal, ella es la actualización, concreción de la Iglesia misionera. Es comunidad eclesial cuya naturaleza es esencialmente sacramento, comunión y misión”[6]

 3-La parroquia por su naturaleza es misionera:

“ La parroquia es definida como comunidad eclesial: concretiza, hace visible y operante la Iglesia en un nivel concreto y realiza la evangelización entre las personas que se le encomiendan. Por su naturaleza eclesial, a la parroquia se le aplican en su propio nivel las características misioneras del la Iglesia Universal”.[7]
Por la cual debe su existencia, su ser y quehacer a la acción misionera por lo que implica su tare intrínseca es la misión y llevando a cabo su identidad propia que se conjuga a la fidelidad al mandato del Señor a sus discípulos. Vayan y anuncien, con esta propuesta y mandato de trabajo de forma imperativa es la realidad de la existencia de la comunidad parroquial.
Por tanto los agentes pastorales y empezando desde el párroco, cabeza de la comunidad hacer propicio este mandato que desde su origen está cargado de dinamismo y fuerza para salir a anunciar, como decía el apóstol de los gentiles: “Ay de mi si no evangelizara” (1Cor 9, 16).
Para cumplir este mandato en forma imperativa, los cristianos y nuestras comunidades necesitamos tener conciencia de discípulos para hacer discípulos para Jesús, despertando la conciencia de los cristianos a esta aventura. Todos los bautizados están llamados a que su actitud y responsabilidad se involucren a la tarea misionera de su parroquia y además hacer un anuncio explícito de la Buena Nueva en su trabajo, en la política, en la cultura, en la educación, en el arte, y en fin en toda la sociedad que es el lugar privilegiado para crecer la semilla del Evangelio.
Con esa misma actitud la catequesis evangelizadora está abierta al dinamismo misionero, se trata de capacitar a los discípulos de Jesús para estar presentes en la comunidad eclesial con todo su fervor y con su nueva metodología la vida en Cristo.
Este compromiso evangelizador brota, pasa por os fieles, los sacerdotes con las mismas actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició la misión; la “catequesis debe alimentar el deseo y la acción al buscar las ovejas perdidas, anunciar y sanar al mismo tiempo, presentarse pobres, sin oro ni alforja, saber asumir el rechazo y la persecución, poner confianza en el Padre y el apoyo del Espíritu Santo, no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino”[8]

4-Elementos principales de una comunidad parroquial:

a)      FE EN JESUCRISTO:

La comunidad parroquial existe cuando aparece la decisión de compartir la fe en Jesucristo resucitado y vivo y está en la comunidad en los diferentes acontecimientos y actuando en cada uno y en la historia. La fe cristiana comporta siempre una experiencia de filiación y una experiencia de amistad.
La parroquia es una comunidad de discípulos y misioneras que en primer lugar pone toda su plena confianza en el Señor Resucitado, es evidente que una comunidad cristiana que no se abre a la fe y que no se adhiere a la persona de Jesús no puede escuchar, porque la comunidad de discípulos desarrolla su actitud de escucha: “Habla Señor que tu siervo escucha”, la fe supone una actitud de escucha y se deja interpelar por la Palabra y se deja impactar por el llamado y a consecuencia lo convierte en testimonio.
Al comunicarse esta experiencia aparecerá la necesidad de participar en la vida de los hermanos, puesto que la gracia de la fe no se vive individualmente sino se precisará un campo donde plantar y esa es la comunidad parroquial.

   b) LA PARROQUIA COMO COMUNIDAD DE AMOR:

 La fe vivida en común se hace aceptación de las otras personas y lleva a la vivencia el mandamiento del amor. “En esto les reconocerán que son mis discípulos…, si se aman los unos a los otros”.La parroquia como comunidad de amor está llamada para testimoniar al mundo ese amor recibido de parte del Maestro, es decir en “ todos los ambientes y con su influjo transformador desde dentro transformar la humanidad” (E.N 18). “Por tanto, la catequesis parroquial debe conducir al constante crecimiento de la caridad”.[9]
Ante tanta pérdida del sentido de lo humano y los valores referenciales: la violencia, el egoísmo, falta de respeto a la vida, la ausencia de la caridad, del sentido común, es
necesario que la catequesis parroquial promuevan “la virtud de la solidaridad que por cierto va más allá de los bienes materiales, pero que a su vez supone el esfuerzo a favor al orden social más justo y solidario e igualitario.
Por otro lado, el principio de la solidaridad expresado también con el nombre de la amistad o caridad social, es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana.
La Iglesia mediante su enseñanza social desea suscitar en el corazón de los cristianos el compromiso por la justicia y la opción o amor preferencial por los pobres, de forma que su presencia sea realmente luz que ilumine y sal que trasforme su realidad.

c)-LA PARROQUIA COMO COMUNIDAD MISIONERA:

“La parroquia continúa siendo el lugar ordinario de participación de los fieles laicos en la vida y misión de la Iglesia. En las parroquias descubren y viven permanentemente su condición de Pueblo de Dios, la misma y su consejo pastoral ha seguido su florecimiento de iniciativa que ha estimulado la dimensión misional de la tarea de los fieles laicos: la animación litúrgica y comunitaria, los diversos tipos de catequesis”.
Es decir, abierta a la Iglesia Universal con su riqueza de vivencias, de formas, de manifestaciones, abierta al mundo a los problemas más cercanos, abierta a dar y recibir y con una proclamación alegre, auténtica y comprometida de la Palabra Salvadora que ya actúa en su vida”.[10]
La parroquia no debería perder su esencia de renovarse constantemente y sobre todo abrirse a una nueva estructura parroquial misionera y que sus agentes pastorales sean verdaderos discípulos que llevan en el corazón del mundo el evangelio de Cristo. Estos desafíos hacen que las parroquias formen a cristianos para que evangelicen con “ nuevo ardor, con nuevos métodos y nueva expresión” , a fin de que el evangelio incida en la vida de cada cristiano que escucha el mensaje y en la convivencia humana en su sentido pleno, sea realmente el alma de nuestras familias y  el fermento de nuestras culturas y configure los ambientes y en las estructuras sociales de nuestra Latinoamérica.
El discípulo de Jesucristo después de haber vivido en un ambiente que creía y consideraba católico, se encuentran ahora en un mundo plural y donde abunda la oferta religiosa y de otros valores genuinos, se constata una incoherencia de la profesión del credo y la vida que hace.
Pero en todo estos desafíos, también se constata el esfuerzo de las parroquias de hacer de ella una comunidad de misión y lugar de verdaderos discípulos, como verdadero lugar de encuentro con Cristo, escuela de oración, solidaridad y de formación cristiana y que no se deja llevar por el desánimo.
Los verdaderos discípulos también por medio de los desafíos reconocen que es necesario superar visiones de seguridad y de comodidad, mediática y por eso se sienten llamados a trabaja r en la acción evangelizadora.
Al concluir este capítulo quisiera hacer referencia a la Exhortación Apostólica Eclessia in América, donde nos señaló que el encuentro con Jesucristo vivo es el punto de partida de toda acción pastoral.




















CAPITULO II


 II- LA CATEQUESIS PARROQUIAL AL SERVICIO DEL ANUNCIO

1-NATURALEZA DE LA CATEQUESIS
La catequesis tiene su origen en la Iglesia que anuncia y transmite su fe. Desde el inicio, la comunidad cristiana primitiva se reunía en torno a la Palabra de Dios, para la escucha fervorosa y la oración. “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la oración y a la escucha de la Palabra”(Hech, 2,42), esto es que se convertía en la expresión más genuina de unidad de los primeros cristianos y sobre todo en el compartir que hacían para cubrir las necesidades de la comunidad. Así creían testimoniaban su fe los primeros cristianos en medio de los creyentes.
La catequesis y sus enseñanzas es eficaz en la medida que la comunidad cristiana se convierte en referencia concreta y ejemplar para el itinerario de fe de cada uno, es decir la comunidad cristiana viene a ser el lugar visible del testimonio de fe.
La naturaleza de la catequesis, por tanto, es la educación permanente, sistemática de la fe de cada bautizado, es formación para la vida cristiana, incorpora a la comunidad, celebra y testimonia su fe.
La catequesis también ejerce las tares de iniciación, de educación y maduración de la fe de cada bautizado.
“La catequesis constituye un momento importante dentro del proceso de evangelización. Ya hemos visto que ésta engloba en realidad todo el conjunto del anuncio y testimonio del Evangelio dado por la Iglesia y en este sentido la catequesis es siempre una evangelización”.[11]
“La catequesis situada en el interior de la misión evangelizadora de la Iglesia como momento esencial  que la misma recibe del evangelio un dinamismo misionero que la fecunda interiormente y la configura en su identidad”. (D.G.C.39)
“En definitiva, si tenemos presente los datos del Nuevo Testamento y los documentos eclesiales, se puede llamar catequesis a toda forma de servicio eclesial de la Palabra de Dios orientada a profundizar y hacer madurar la fe de las personas y de las comunidades”.[12]
Por otro lado, “la catequesis es una acción esencialmente eclesial. No puede disociarse del conjunto de actividades pastorales y misioneras de la Iglesia, es decir, se articula en cierto número de elementos de la misión pastoral  de la Iglesia sin confundirse con ellos, que tienen un aspecto catequético al primer anuncio del Evangelio o predicación misional por medio del kerigma para suscitar la fe” (C.T 18).
En resumen la catequesis debe:
-          Favorecer el conocimiento y la vivencia de la fe.
-          Educar para celebrar y vivir la liturgia.
-          Promover la formación y vivencia de la moral cristiana.
-Iniciar a vivir en la comunidad y educar para la misión.

2-FUNCIÓN DE LA CATEQUESIS
La Iglesia catequiza para ser fiel al mandato de su Señor, “Vayan y anuncien…y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,16).
“La catequesis ha sido siempre para la Iglesia un deber sagrado y un derecho imprescriptible” (C.T 14), y sigue manifestando que por una parte es sin duda un deber que tiene su origen en el mandato del Señor, y por otra parte, puede hablarse igualmente de derecho: desde el punto de vista teológico, todo bautizado, tiene el derecho de recibir de la Iglesia una enseñanza y una formación que le permitan iniciar una vida verdaderamente cristiana.
Pero la función principal reside de hacer llegar al sujeto a la comunión, a la opción por la persona, por el mensaje de Jesús, y a su vez con la Iglesia promoviendo diariamente la vida cristiana de los fieles y de las personas alejadas de todas las edades, que estos pueden responder libremente al llamado de Jesús.
También la catequesis tiene que ofrecer un espacio muy importante a una inculturación, puede ser que esta resulta un grave problema de nuestra catequesis hoy porque el mensaje de la Palabra de Dios no cabe en la cultura de nuestro tiempo.
El sínodo de los Obispos de 1977 puso sobre el tapete el problema de la inculturación de la fe cristiana en las distintas situaciones históricas y geográficas, y por consiguiente, la necesidad de que también la catequesis se encarne en las culturas, sin perder el equilibrio entre la fidelidad a la revelación y de la exigencia de la inculturación, es decir, si hoy no se hable en el lenguaje común de la gente, así como Jesús integrar el mensaje de la palabra integrando con la cultura de la época para encarnar y renovarlo por dentro es difícil para la catequesis de hoy si no sabe comunicar la Palabra de Dios.
La misión o función de la catequesis hoy consiste generar o parir una Iglesia renovada y la renovación de la propia catequesis en su contenido y en su metodología.

Una catequesis renovada consiste en lo siguiente:
-Una catequesis Cristocéntrica, que Él sea el eje donde gira toda experiencia de fe.
-Una catequesis Bíblica, que tiene la Palabra de Dios como fuente inspiradora y renovadora de la vida.
-Una catequesis comunitaria, la vida de la comunidad parroquial es la mejor catequesis que uno-a puede testimoniar, que por su fe y por su conversión se adhiere totalmente a la vida de la comunidad para su edificación y difusión del Evangelio para la construcción del Reino en el mundo.
-Una catequesis de integrar la fe y la vida, donde la fe ilumina la vida y donde la vida ayuda a entender la vida.
-Una catequesis permanente para adultos, porque la misma es un proceso continuo en la educación de la fe pasando de una fe infantil a una fe adulta.
-Una catequesis transformadora y “liberadora que ayuda a los catequizando a se agente que actúan en los campos sociales.”
-Una catequesis generadora de conciencia misionera y de discípulos.
Una catequesis que está al servicio de la inculturación: “la interacción entre la fe y la vida en la catequesis lleva a un aspecto que jamás se puede omitir: escuchar, ver y compartir la vida del pueblo. La Palabra de Dios actúa en las diferentes culturas y lenguajes”.[13]
Nuestra catequesis a veces no llega a la gente porque su vocabulario no se adecua a la gente, en cambio la forma de hablar y el vocabulario que utiliza Jesús son fácilmente comprendida la gente. No enseña con palabras difíciles sino utilizando ejemplos y referencias de la vida cotidiana, es decir, su lenguaje es inclusivo, ni abre brecha con sus oyentes e interlocutores con explicaciones fuera de su alcance, sino que usa recursos cercanos a la gente y a sus experiencias de vida.


3-IDENTIDAD Y TAREA DE LA CATEQUESIS PARROQUIAL
3.1 Una catequesis al servicio de la Palabra:
Es notorio que el Concilio Vaticano II dio un nuevo impulso a la catequesis es el elemento fundamental para la transmisión de la Palabra de Dios y la catequesis teniéndola como fuente porque confía del ser humano puede llegar hasta Dios oyendo este mensaje de la creación, “por eso toda persona humana es capaz de Dios y la catequesis transmite los hechos y palabras de la revelación”.[14]
“Al dinamismo de la evangelización y como elemento fundamental pertenece el ministerio o diaconía de la Palabra, que comprende las manifestaciones del signo eclesial de la martyría o función profética. La catequesis forma parte de este ministerio”.[15]
La Palabra de Dios es el libro por excelencia de la catequesis, no es un simple subsidio, para comprender su mensaje necesitamos conocer los modos históricamente diversos de los cuales de Dios se sirvió para revelarse.
Felizmente la catequesis ha podido redescubrir la Palabra de Dios como elemento vertebral de toda su actividad y su interpretación segura sólo es posible si tenemos la unidad de la Escritura.
Por tanto, “la catequesis es ante todo ministerio de la Palabra y por consiguiente servicio del Evangelio, comunicación del mensaje cristiano y anuncio de Jesucristo.
Ella es educación de la fe, mediación eclesial para suscitar y favorecer el crecimiento de la fe de las personas y comunidades”.[16]
La catequesis como ya dijimos tiene su fuente la Palabra de Dios y lo significa meditar y comprender más perfectamente por el sentido de la fe del Pueblo de Dios, también es celebrada, proclamada, interiorizada y actualizada en la liturgia y por supuesto en toda la vida de la Iglesia, en su historia y en el testimonio de cada cristiano. Por eso el-la catequista debe ser una persona que conoce y sabe narrar o comunicar la Palabra de Dios a la comunidad y no descuidar su estudio y su profundización, su meditación y su lectura orante.

3.2-Una catequesis al anuncio de Jesús

“No existe evangelización verdadera, mientras no se anuncia el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el ministerio de Jesús de Nazaret”.[17]
“Jesucristo es el mediador y la plenitud de la revelación, siendo Él el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es a través de Él, pues el que ve a Él ve al Padre…”  (Jn 14, 5),[18] por tanto Jesucristo es el centro de la catequesis.
La catequesis debe presentar a Jesucristo como el centro hacia el cual converge y el cual se realiza la historia de la salvación y ayudar a los catequizando a descubrir con toda su riqueza la persona de Jesús, para gustarlo y fascinarlo de esta manera para hacer una opción radical por Él, también debe propiciar el seguimiento y la comunión con Él.
Podemos decir que la catequesis y su identidad única es Jesucristo, la palabra encarnada, el centro y  la columna vertebral  por la cual es comunicación personal e invitación a un encuentro personal.
La catequesis parroquial debe motivar a todos los agentes pastorales a conocer a Jesús, la Palabra antes de algo es Alguien y por eso la misma actividad pastoral es una mediación para el encuentro personal con Jesús vivo y resucitado, más que comunicación de doctrinas y conceptos teológicos, el fin definitivo de la catequesis es conducir, orientar a una comunión con Él.

3.3 La catequesis como iniciación de la fe:

El Directorio General para la Catequesis destaca la primacía y la urgencia de la “catequesis de la iniciación y de la sucesiva educación permanente de la fe. Hablar de iniciación y educación de la fe constituye un acceso privilegiado a la comprensión de su identidad”.
La iniciación cristiana en su sentido más profundo, consiste ante todo en al acción transformante de Dios mediante los sacramentos de la iniciación.
Por una parte la situación actual religiosa parece cercenar de raíz todo esfuerzo por educar la fe de los cristianos. Están bloqueados los procesos tradicionales de socialización religiosa y la transmisión de la fe de una generación a otra.
Por otro lado es necesario partir de una visión renovada de la fe, por eso la Palabra de Dios no se reduce a simple enseñanza, se nos brinda ante todo como una interpelación personal que no deja pasivos e indiferentes, es decir, que una vez acogida, promesa que pide abandono confiado y perseverante.
En la Biblia la fe presenta como abandono religioso de toda persona y no solo una adhesión intelectual u obediencia moral. Creyente en sentido bíblico es aquel que acepta someterse, entregarse a Dios por la fe, que a su vez es sintesis y fuente de la vida religiosa, respuesta por excelencia del hombre a la totalidad del Plan de Dios.
La catequesis lo que procesa es iniciar al bautizado alejado de toda la vida de la Iglesia, es incluirlo en un estado de cambio de vida, en su ser profundo.
Para la cual la tarea de la catequesis es dar un proceso de iniciar al adulto en la fe y que lleve un proceso catecumenal, esta primera etapa de iniciación se hace con el Pre –catecumenado, cuyo objetivo es desarrollar la primera evangelización y explicitar el kerigma en orden a que los destinatarios descubran el sentido de la vida e inicien un proceso de conversión y su adhesión a Cristo.
En la segunda etapa es propiamente el Catecumenado que es iniciar a los simpatizantes de forma orgánica y sistemática en al vida de fe, del seguimiento a Cristo, de la vivencia litúrgica y de la caridad para que lleguen a la madurez cristiana.
También tiene su seguimiento de la Iluminación y purificación, es decir, hacer madurar la decisión de seguir a Jesús y hacer una preparación intensa para la recepción de los sacramentos para los que no han recibido los sacramentos de iniciación y para los que han recibido puedan fortalecer su adhesión a la persona, al proyecto, y al mensaje de Jesús.
Por último se hace una etapa muy importante que es la mistagogía que supone lograr que los nuevos cristianos y los nuevos conversos se integren en la comunidad, sean verdaderos discípulos de Cristo y participen activamente en la misión de la Iglesia.

3.4 La nueva catequesis parroquial adopta la pedagogía de Jesús.

La pedagogía de Jesús fue muy clara para la catequesis de nuestro tiempo, primero porque indica convocar a una comunidad para proseguir la tarea de Jesús, su primera actividad fue llamarlo, convocarlo para que lo sigan en la misión encomendada (Mc 1,16-20), el texto dice que Jesús tuvo una mirada practica sobre el quehacer y ser de la persona, atento a la capacidad de la gente y justo esta capacidad le valió para elegir a un grupo de discípulos para continuar la misión encomendada a ellos.
Esta actitud revela la propia conciencia que Jesús tenía sobre su misión, la cual trascendía su propia persona y seguida de una actitud muy importante de comenzar a compartirla y enseñarla para que otros continuaran, por eso Jesús los invita a convivir con Él y hacer experiencia de discípulos. Él elige a sus discípulos despertando un proceso vocacional y de discernimiento.
Tanto hace falta este proceso en nuestra catequesis parroquial para que el agente pastoral descubra en su ser y quehacer de catequistas el perfil de un verdadero discípulo del Señor que escucha y distingue el proceso vocacional, esto lo hará a la medida que la comunidad parroquial se espacio de formación permanente de sus agentes pastorales.
El mundo actual exige de cada uno de los agentes pastorales y que se dispone a continuar la obra del Señor un claro discernimiento de su vocación de discípulos, estén preparados para cualquier eventualidad de la vida y ser testigo del llamado recibido.
Cuando el agente pastoral hace un proceso de descubrimiento de la propia vocación a que fue llamado enseñará y proseguirá su misión con coherencia de vida el mejor testimonio para el mundo, en palabras y en hechos; por tanto los formadores deben crean espacios para que la pedagogía de Jesús se vivenciada en su máximo esplendor, así como Él lo hace participar de sus enseñanzas y en su formación particular para que los catequistas sean testigos de las enseñanzas tanto en lo hechos y palabras. Así como Jesús enseña a sus discípulos haciéndolo partícipes de su misión, no solo acompañándolo sino promoviendo en ser protagonista de la nueva evangelización.
Yo una vez más recalco que la catequesis parroquial debería ser espacios donde el laico se fortalece en su formación y promoción para que de esta forma pueda hacer una misión eficaz y de ese don recibida por Dios sea igualmente eficaz, así como Jesús Maestro concluye su tarea cuando los discípulos están en condiciones de recrear su misión y pro seguir su causa; porque ocurre muchas veces en nuestras parroquias cuando se traslada el párroco que movilizó una conciencia misionera y afianzó el discipulado en la comunidad o el mismo coordinador ya la tarea propuesta y hecha por el anterior queda sin efecto o sin continuidad y sin criterio de poder seguir la misión, para esa cuestión es necesario el proceso de aprendizaje del discípulo es despertado por Jesús y para continuar para toda la vida la misión por medio de la búsqueda y discernimiento personal y comunitario que esto supone vivir la experiencia de encuentro entre el discípulo y el Maestro, sin esta experiencia es imposible mantenerse firme en la fe y en la perseverancia de la misión.
También la pedagogía de Jesús tiene mucho la centralidad de la Palabra de Dios, mucho tiempo en nuestra catequesis tradicional lo importante era la transmisión de la doctrina y sin tener en cuenta la Palabra de Dios es la vértebra de toda catequesis, gracias a Dios y al Concilio Vaticano II superamos esta etapa, pero todavía queda la secuela que muchos cristianos no conocen la Palabra y es más complicamos demasiado el lenguaje de transmitir hablando en lenguaje muy alejado de ellos. En cambio las enseñanzas de Jesús fue sencilla y tan real, es decir, discierne a partir de la Palabra, conoce la Palabra y ora con la Palabra, esta forma experiencia es la que falta descubrir nuestros agentes pastorales, tener una mística, no entendida al estilo de los grandes santos místicos, pero por los menos llenarse de la espiritualidad de Jesús para la entrega de l os demás.









CAPITULO III

LA CATEQUESIS PARROQUIAL GENERADORA DE DISCÍPULOS  Y CONCIENCIA MISIONERA.

1-El catequista discípulo y misionero

“Sin el Espíritu Santo, no existe la Iglesia, en su acción misionera actúa como Cristo, impulsada por el Espíritu; la experiencia del Espíritu en la marcha de la historia constituye uno de los fundamentos de la Iglesia” ( Puebla 205; LG 4)
“El catequista como buen comunicador no habla solo, él despierta y provoca la palabra en los miembros de la comunidad”.
Es decir, como buen discípulo y misionero dedica su tiempo completo al servicio de la Palabra, siendo el vocero de la experiencia del enviado a la comunidad, cuando lo catequiza lo hace en nombre del que lo envió, “anuncia la Palabra y denuncia lo que impide al hombre ser el mismo y vivir su vocación de hijo de Dios.
“El catequista discípulo y misionero es de profunda espiritualidad, habla mucho más con los hechos y ejemplos de su vida que por sus palabras”[19]
En nuestra realidad latinoamericana es un hecho la poca formación de la mayoría de los catequistas o lo que se hace aún es insuficiente, muchos párrocos no le dan tanta importancia a la noble tarea de los catequistas, hay que tener en cuenta que la Iglesia lo debe mucho porque en la mayor parte la catequesis es lo que lleva la tarea misionera en el mundo y en las comunidades. La formación que requieren es descubrir su vocación de discípulos, porque mientras que no descubran este aspecto no serán eficaz su trabajo y de hecho no produce frutos de conversión.
Por otro lado, el catequista se convierte así en misionero haciéndose presente en todas las etapas del proceso evangelizador, particularmente en el contexto de hoy pide una formación específica para la acción misionera, es decir, del primer anuncio.
La formación de estos catequistas, discípulos al servicio misionero requiere de un proceso catecumenal, es decir, implica introducirlos cada vez más en el misterio cristiano; no basta que haya aprendido los contenidos de la fe sino es necesario también que la vida del catequista convertido realmente a Jesucristo está cambiando y caminando continuamente en la santidad: “Lo que hemos visto y oído …esto lo anunciamos”. “El discípulo se torna misionero, quiere llevar a otros al encuentro con Cristo, quiere que Cristo sea para otros la Buena Noticia de su vida, así como lo es para él”.[20]
Por tanto la comunidad parroquial es principio y lugar y meta de la catequesis, acoge, evangeliza, forma y envía, centra todo su proyecto pastoral en hacer discípulos y misioneros de Cristo vivo y resucitado. Esto exige a las parroquias una radical transformación, de una pastoral de conservación o de mantenimiento a una pastoral de proceso de iniciación de cambio de estructuras y crear una comunidad de discípulos y una conciencia misionera y de misión permanente.

2- La catequesis parroquial como renovadora del compromiso misionero.
Ya decíamos en el apartado anterior que el compromiso misionero de la comunidad parroquial exige más que nunca una radical transformación desde su contenido pastoral hasta su estructura de conservación. Esto hace parte de la identidad de la Iglesia la dimensión misionera porque ser Iglesia es misionera y una Iglesia que no evangeliza no es Iglesia, por eso todas las actividades pastorales evangelizadoras de la Iglesia debe apuntar en una dimensión misionera y una misión permanente.
El anuncio de la Palabra es por excelencia una acción misionera, los encuentros, los retiros y la misma reunión de los agentes pastorales que iluminados por la Palabra son espacios misioneros.
También las homilías centradas en la Palabra, en la persona de Jesús y de su reino ayudan a ampliar las comprensiones y las practicas misioneras y a motivar a las
comunidades al compromiso misionero, porque el misionero busca en toda las formas a anunciar a Jesucristo con entusiasmo y creatividad, anuncia al que vive, no se cierra en su propio mundo, el misionero transpira el deseo permanente de comunicar al Señor y su Palabra
Por tanto una catequesis renovada es propiciar un diálogo evangelizadora con las personas e instituciones de la parroquia, es ejercitar el proyecto misionero y por su puesto compete en primer lugar al párroco, a los consejos pastorales organizar una acción misionera.
“Todos los sacerdotes deben tener corazón y mentalidad misionero, estar abiertos a las necesidades de la Iglesia y del mundo, atento a los más alejados y sobre todo a grupos no cristianos del propio ambiente”. (R.M.67)

3-Catequistas discípulos y misioneros de Jesús para la Nueva Evangelización.

Jesús inició su misión con las palabras del profeta: “Me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vistas a los ciegos, liberar a los cautivos y a proclamar un año del Señor”(Lc 4,18-19).
El catequista como discípulo de Jesús se le da “poder” para anunciar la buena noticia en la realidad socio-cultural de nuestra Latinoamérica, impulsado por el Espíritu del Señor y animado por la esperanza que no engaña ( Rm 5,5), por tanto, precisan colocar en hechos todas las potencialidades de su compromiso con Jesucristo a una nueva manera de pastoral evangelizadora.
“Esta pastoral evangelizadora responde a una nueva situación: crisis de fe, abandono de la Iglesia, indiferencia religiosa. Requiere actitudes nuevas: recuperar la conciencia misionera. Tiene objetivos nuevos: anuncio primero del Evangelio, llamada a la conversión a Jesucristo, despertar la fe. Obliga a revisar los contenidos de nuestra pastoral, todas las actividades han de adquirir un tono evangelizador y centrarse en lo fundamental del anuncio de la fe, revitalizar la comunidad, del compromiso y testimonio transformador”.[21]
También para que sea eficiente la pastoral misionera se requiere que el catequista en este caso tenga una experiencia de encuentro con Jesucristo discerniendo su vocación porque el discípulo nace del encuentro, y los lugares privilegiados del encuentro del discípulo con el Señor son tres: la Sagrada escritura, la liturgia, y la caridad sobre todo con los más pobres.
Por otro lado está el itinerario de la conversión del discípulo para adquirir un nuevo estilo de vida y orientarse hacia la santidad. En efecto, la conversión pide a cada discípulo no solo un cambio en la manera de pensar, sino de actuar, asumiendo los criterios del evangelio; dejarse interpelar por la lectura orante de la Palabra de Dios.
Todo seguidor del Señor vive en conversión permanente, es decir, desde la dimensión social la conversión compromete al discípulo ante las necesidades de los demás, de la comunidad y de la sociedad en que vive y se abre en la caridad fraterna.
Una catequesis de carácter misionero debe acentuar en la conversión en tiempo de búsqueda en el que por la moción de del Espíritu Santo y el anuncio del Kerigma.
Una catequesis fundante que tiene su centralidad en lo nuclear cristiano y responde a las dudas, problemas y cuestiones que plantea una orientación global de la vida.
Una catequesis inculturada que ofrece el mensaje reflexionado y expresado con las propias categorías vivenciadas y culturales de sus destinatarios.
Una catequesis comprometida que anuncia el amor de Dios desde el compromiso por el hombre.
También es necesario que las parroquias promuevan a los catequistas su dimensión vocacional misionera y su condición de discípulos, y el catequista ideal para este tipo de catequesis deberá ser como en los países de misión.
Y algunas actitudes que es necesaria que las mismas parroquias tengan en cuenta a la hora de elegir para los y las catequistas:
“Ardor misionero: la actitud del Buen Pastor que sale en búsqueda de las noventa y nueve, de las ovejas perdidas.
Madurez de fe y de testimonio: el hombre de hoy escucha más  a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, el catequista deberá introducir la narración de la propia fe y el testimonio de la propia vida en el interior de su acción misionera.
Presencia e integración y capacidad comunicadora”, el catequista de be ser una persona experta en comunicar el mensaje a sus oyentes porque muchas veces la falencia que encontramos en la manera de comunicar, claro esto se debe a la poca formación que han recibido por tanto, es urgente que la parroquia sea lugar de formación permanente en todas las dimensiones humanas y cristianas, esto le corresponde a los párrocos organizar y acompañar de muy cerca a los catequistas.
Por eso, unas de las principales tareas que tiene todo discípulos, cualquiera sea su cargo o ministerio o carisma en la estructura eclesial, es la de apasionado constructor de la unidad y un incansable promotor de la espiritualidad de comunión.
Esta comunión vital con Cristo es la inspiración y la fuerza para permanecer en comunión con otros en cualquier proyecto que se emprenda, pequeño o grande. De ahí que el discípulo está llamado a expresar esa comunión entre agente pastorales con signos muy concretos: la oración en común, las relaciones en las diversas instancias eclesiales, la mutua comunión y comunicación entre los demás agentes pastorales para las tareas específicas o misioneras.
El discípulo al experimentar estos acontecimientos de encuentro es para participar de la misión, el encuentro y la comunión es entonces en función de misión, porque el encuentro con Cristo lleva e evangelizar, esto es inherente a la vida del discípulo.
Hace plenamente suyo el mandato misionero de Jesús a los apóstoles y participar totalmente en la vocación misionera de la Iglesia.
En las circunstancias de hoy ese mandato del Señor constituye un programa nuevo que puede definirse en su conjunto como nueva evangelización. El discípulo ha de estar plenamente convencido que Jesucristo es la buena noticia, es el contenido de la Nueva Evangelización y también modelo de Evangelizador.  

4-Propuestas pastorales
Elaborar un proyecto misionero:
No se puede trabajar desde la improvisación, dispersión de esfuerzos o las preferencias del párroco del cada momento, cada parroquia debe elaborar poco a poco su proyecto pastoral. Lo importante es contar con un proyecto misionero que ayude a superar los planteamientos de carácter puramente sacramental y que sirva de marco de referencia y de estimulo para todo el trabajo pastoral, pero sobre todo la preocupación de la catequesis es de fomentar en la conciencia de cada catequizando la preocupación misionera y debe plasmarse en puntos muy concretos: personas y ambientes a los que se siente enviada la parroquia, acciones concretadas dirigidas a sectores alejados, contacto y con la vida y problemas de la gente.
Por otro lado, el proyecto de la pastoral catequética debe proyectarse como comunidad misionera y una comunidad que se esfuerza en acoger y experimentar el Evangelio de Jesucristo no solo para sí, sino como fuerza de salvación que hay que hacer en la sociedad.
De manera particular los consejos pastorales y los diversos movimientos han de estar atentos a la situación en que se vive, es decir, mirar hacia fuera y no enclaustrarse en sí mismos, lo que implica sensibilizar más en la situación y vida de la gente.

Una catequesis parroquial que corresponasabiliza  a todos:
Una parroquia que quiere potenciar su fuerza misionera ha de promover en su seno la corresponsabilidad. Como decía el Vaticano II, la “Iglesia entera es misionera, y la obra de la evangelización es deber fundamental del Pueblo de Dios” (Ad Gentes, 35)
“Todos los miembros del Pueblo de Dios son necesarios en una parroquia misionera, todos están llamados a ser miembros activos y responsables, de manera orgánica y diferenciada según las diversas vocaciones y carismas todos han de sentirse corresponsables de la totalidad de la misión evangelizadora de la comunidad parroquial”[22].
Lastimosamente una buena parte de la comunidad de fieles se ubica en la pasividad sin tener y sentir responsabilidad alguna, son cristianos sin vocación misionera, eso se debe también a que el sacerdote trata en estar en todo. Lo cual el párroco tiene que hacer una llamada a la conciencia de la comunidad de fieles, invitándolos a concertar un encuentro y a su vez formándola la misma conciencia misionera de los propios agentes pastorales.
Para impulsar la conciencia misionera es absolutamente necesario pasar del clericalismo y dar al laico su responsabilidad en la misión y que se sientan como discípulo de mantener en fidelidad el mandato dejado por el Señor.

Otras propuestas son potenciar toda clase de medios por más sencilla que parezcan para estimular la información a los fieles, las consultas y sugerencias de la comunidad para la participación de la misma en la elaboración y realización de los proyectos pastorales.
Una parroquia tiene que poseer necesariamente un consejo pastoral conformado por los miembros adecuados de la comunidad que animen la corresponsabilidad de la comunidad de los fieles.
Cuidar el espíritu misionero, promover, animar, llamar a la conciencia, invitar en todos los estamentos pastorales.
Apertura a la misión, es decir volver a los orígenes de la actividad misionera de la primera comunidad cristiana, ser consiente del paso de la cristiandad a una comunidad plural y que requiere una nueva respuesta a sus desafíos, del paso de una catequesis de ofrecer sacramentos a formar cristianos de fe, capaz de optar por la persona de Cristo y del mensaje del evangelio.

  

1-      VISIÓN GENERAL DE LA REALIDAD PARROQUIAL

 1.1 REALIDAD CULTURAL: La parroquia está conformada por una población rural, urbana e indígena y por emigrantes de países limítrofes, especialmente brasileños. Si bien es cierto que guarda aún un alto grado de homogeneidad, es también es cierto que es una región pluricultural, que de algún modo tienen su influencia para la consolidación de una comunidad diocesana- parroquial cristiana.
Desafíos para la catequesis:
-evangelizar desde la cultura, asumiendo la diversidad cultural como riqueza y no como obstáculo para la propagación del Evangelio.
-unificar los criterios de acción en la pastoral catequética en la Diócesis.
-elaboración del material catequética que respondan a la realidad de cada sujeto.
-que la catequesis ayude a formar cristianos comprometidos con su fe.
1.2 REALIDAD POLÍTICA: El proceso de transición a la democracia iniciado en el año 1989, con la caída de la dictadura, no ha llegado a su fin que sería la consolidación de la democracia, sigue en vigencia el poder político de los oficialista, vulgarmente se puede decir, el escenario pero no los actores, que trae a su vez consecuencias no favorables para el país toda y por su puesto en la región nuestra, nuestras comunidades soportan los avivados politiqueros que anuncian promesas para ganar adeptos. Todavía no se ha capitalizado del todo el cúmulo de esperanza y el fervor de todo un pueblo que soñaba con un país mejor, democrático, con justicia y paz en busca del bien común.
Desafíos para la catequesis:
-despertar la conciencia de los catequizando en proyecto social- política de participación ciudadana.
-educar para el discernimiento a fin de que sepan optar con criterios evangélicos y del bien común.
-propiciar desde la catequesis el sentido de responsabilidad en la construcción de un Departamento (Concepción), y de un país mejor.
-fomentar el testimonio de vida de fe, coherente y de presentar a Cristo como modelo de vida.
1.3 REALIDAD RELIGIOSA: La comunidad parroquial está integrado por hombres y mujeres muy religiosos, si embargo, este sentimiento, no siempre está cimentado en los valores del mensaje del Evangelio, que debe incidir directamente en la vida de fe del cristiano. Por tanto, en la hora de tomar decisiones; en la familia, en el trabajo, en la vida pública, en la vida política, etc, no hay un actuar conforme al espíritu evangélico, la cual genera una incoherencia entre la fe y la vida.
También prevalece la mentalidad individualista sin querer pertenecer a una comunidad de fe.
Desafíos para la catequesis:
-reemplazar la mentalidad sacramentaria tradicional por la preparación y vivencia de la fe expresada en comunidades vivas, declarando en estado de misión permanente.
-que la catequesis propicie un encuentro con Jesucristo, a partir de la experiencia de vida de cada catequizando.
-pasar de una catequesis tradicional, doctrinal, dogmática a una catequesis renovada y que genere una conciencia de Iglesia.
1.4 REALIDAD CATEQUÉTICA PARROQUIAL.
La pastoral catequética diocesana y por su puesto, la parroquia han vivido sus momentos fuertes en cuanto a organización, estructuración, renovación y formación de catequistas. Esto debido a la gran renovación que significó para toda la Iglesia el Concilio Vaticano II, queriendo responder a las nuevas exigencias de la catequesis y del mundo. Se estructuró la misma según el proceso de crecimiento de la fe de los cristianos (llamadas etapas según las edades). También se hizo gran esfuerzo de la elaboración de nuevos textos catequísticos, se multiplicaron la formación de los catequistas en las diferentes comunidades.
Sin embargo, no se pudo asumir adecuadamente y con mayor empeño: la catequesis post- confirmación, la catequesis permanentes de adultos. Esto se debe a la mentalidad sacramentaria de los mismos padres, considera a la Iglesia como una institución que solo está para ofrecer servicio religioso que no contribuye a formar comunidad de fe. Tampoco se puede negar otras formas de crisis, a pesar del esfuerzo que se hace porque no produce en la vida de los catequizando una conversión y una opción por la persona de Jesús.
Para esto he escogido el tema “LA catequesis parroquial como lugar de misión y de discípulo”.


[1] BOTÍA, Julio Daniel “Hacer discípulos y misioneros para Jesús”. CELAM- Paulinas. Bogotá  Pág 295.
[2] BOTÍA, Julio Daniel “Hacer discípulos y misioneros para Jesús” CELAM- Paulinas. Bogotá. Pág 296.
[3] ALBERICH, Emilio- BINZ Ambrosio, “Catequesis de Adultos Elementos de metodología” Ediciones CCS. Alcalá 2005. Segunda Edición
[4] PIRIS FRÍGOLA, Juan “Para que tengan vida”.Orientaciones de vida cristiana y propuestas pastorales. Pág 87 EDICEP. Valencia 1996.
[5] PIRIS FRÍGOLA, Juan “Para que tengan vida”. Orientaciones de vida cristiana y propuestas pastorales. Pág 89.EDICEP . Valencia  1996.
[6] BOTÍA, Julio Daniel “ Hacer discípulos y misioneros para Jesús” CELAM- Paulinas. Bogotá 2006. Pág 296.
[7] BOTÍA, Julio Daniel “ Hacer discípulos y misioneros para Jesús” CELAM – Paulinas Pág 302
[8] DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS  Nª 86  Año 1988
[9] DIRECTORIO GENERAL DE LA CATEQUESIS Nª  81 Edición 1971
[10] SÍNODO EPISCOPAL, “Vocación y misión de los laicos” Nª 57 Paulinas 1994
[11] ALBERICH, Emilio “Catequesis Evangelizadora”.Ed. Abya-Yala 2003. Quito Ecuador.
[12]  IBID, Pág 54.

[13] REVISTA DE CATEQUESIS  Año 27, Nª 106- Abril- Junio 2004, Edición Salesiana- Brasil.
[14] LA CATEQUESIS EN AMÉRICA LATINA .CELAM-Bogotá. Pág 23 y 24
[15] ALBERICH, Emilio “Catequesis Evangelizadora”. Abya  Yala  Ecuador 2003. Pág 52.
[16] Ibid
[17] DIRECTORIO NACIONAL DE CATEQUESIS, Ecuador 1981
[18] CATEQUESIS EN América Latina CELAM  Pág 29
[19] CATEQUESIS RENOVADA “Orientaciones y contenido”.Departamento de catequesis- DECAT 6. CELAM. Santa fe de Bogotá 1994 Pág 60
[20] HACIA LA V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y EL CARIBE “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos El tengan vida” CELAM- Paulinas 2006 Pág 126
[21] MONTERO GUTIERREZ, “ Nuevo Diccionario catequético”- Paulinas- Madrid
[22] PAGOLA, José Antonio “Misión, participación y corresponsabilidad en la Parroquia”. Revista de pastoral Juvenil 201 Año XXXIII Octubre 1993.

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