LOS ITINERARIOS CATEQUÍSTICOS

La catequesis asumida como pedagogía de la fe se configura como proceso o itinerario o camino del seguimiento del Cristo del Evangelio en el Espíritu hacia el Padre, emprendido con vistas a alcanzar la madurez en la fe ‘según la medida del don de Cristo’ (Ef 4,4) y las posibilidades y necesidades de cada uno (DGC 143).

El itinerario catequístico es la formulación de este camino que señala el DGC. En particular el itinerario de fe es una propuesta para la iniciación (reiniciación) cristiana de los adultos y de los niños-adolescentes.

Teniendo en cuenta las características de la catequesis al servicio de la iniciación cristiana descritas en el Directorio, este proceso es:

·         una formación orgánica y sistemática de la fe, encaminada a favorecer su profundización, a vivirla en la celebración de los sacramentos, en especial de la Eucaristía, y a testimoniarla en la vida;

·         es más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda la vida cristiana, al servicio del seguimiento de Jesucristo, centrado en su persona;

·         es una formación básica y esencial que pone los cimientos de la vida cristiana, y capacita para vivir en la comunidad eclesial y para dar testimonio de la novedad del Reino de Dios en el mundo (Cf. DGC 67).

El itinerario catequístico es un proceso que lleva a los catequizandos a:

·         la iniciación en la vida de hijos de Dios, en Jesús, por el don del Espíritu Santo;

·         el descubrimiento de la presencia del Reino de Dios en la historia personal, comunitaria y nacional;

·         la orientación de su vida con los valores del Evangelio;

·         asumir y vivir la identidad cristiana;

·         la incorporación activa a la comunidad cristiana.

Las características principales del itinerario catequístico son:

Un punto de partida: el primer anuncio o Kerigma (adultos) o el descubrimiento de la fe del bautismo (niños)

Un punto de llegada: la inserción en la comunidad eclesial con un proyecto de vida según el Evangelio al servicio del Reino

Unas etapas progresivas, en los que el avance debe ser evidente, y celebrado al finalizar cada una de estas etapas, mediante signos y gestos. Las celebraciones de paso, marcan la gratuidad y libertad del proceso, se pasa a la siguiente etapa por la libre aceptación y la manifestación expresa de querer avanzar.